lunes, 7 de mayo de 2018

Alma mater


Alma mater: Un cine distinto al que estamos acostumbrados, al habitual. Tras leer la sinopsis, el espectador puede acudir a la cita con cierto temor a vivir 24 horas encerrado en una casa en tiempos de guerra sin posibilidad de escapar, incluso de la sala, y temiendo que el tiempo durante el film no avance y la película se haga tediosa. Sin embargo no es el caso de Alma mater. A pesar de la situación tan difícil, de la realidad tan triste y de no haber nada tan terrible como la guerra, el director consigue imprimir dinamismo en la secuencia, con dominio de la cámara y de los espacios reducidos y nos hace vivir la guerra de una manera muy distinta, no desde los campos de batalla en las escenas bélicas más comunes, sino desde dentro, desde el papel de los no combatientes, de las mujeres, de los niños, de los ancianos. Nos mantiene en una tensión perfecta. Nos habla de la guerra sin verla.

Y no era una tarea fácil. Era una apuesta arriesgada. Pero Philippe Van Leeuw resuelve esta situación de manera impecable con unas actuaciones a su vez brillantes y conmovedoras. Nos mantiene atentos a las pequeñas historias que tienen lugar sin casi apreciar cómo avanza la sesión. La dureza y tristeza de la película nos hace reflexionar y facilita el debate aunque a veces a algunos nos quede al final de la película un sabor de boca agridulce, quizás difícil de identificar, aunque siempre impactados. 


Consigue con ello que realicemos un alto en el camino, que nos paremos de nuestra cotidianidad, que pongamos los pies en la tierra. Y nos ayuda a ser conscientes de esta realidad que se está viviendo en la actualidad en numerosos destinos, quizás sin mencionarse en la película viene a nuestra mente Siria.

La película nos muestra las distintas reacciones y respuestas de los personajes, incluso atendiendo a su edad. Cómo reaccionan los niños, que casi inconscientemente eluden la guerra aunque serán los que vean sus expectativas más truncadas, pero que denotan un sufrimiento interior profundo… La contención de la madre, organizando la rutina diaria, incluso de la limpieza de la casa entre bombardeo y bombardeo para mantener la serenidad e imprimir seguridad a toda su familia. Ella es el Alma mater de la historia. Ella lo domina todo en la escena. Es la madre coraje. El abuelo, la antigua autoridad ya en declive, derrotado, pero firme apoyo de la madre para continuar en la brecha, trasmisor de la cultura y educación en los más pequeños. Los “buitres” (saqueadores y violadores) que se aprovechan de los conflictos y sacan partido de las desgracias ajenas. Hacen que los demás vivan también bajo su terror en un eterno miedo. El sacrificio de la joven madre para proteger a su bebé y al resto de la familia que la ha acogido y buscar a su marido.

A veces la rutina y el estar ocupado nos permite afrontar las situaciones más duras a las que la vida nos enfrenta. Incluso una guerra. Pero la gran pregunta es: ¿Y cómo reaccionaríamos nosotros en una situación semejante? ¿Nos utilizarían o utilizaríamos nosotros a otros como forma de puro egoísmo y supervivencia? Estas preguntas nos aterran y más aún la idea de que esté en manos de cuatro potencias mundiales el que nos veamos en una situación semejante. ¿Nos da Europa esa seguridad y protección que desesperadamente buscamos? Pero este sería otro gran debate…

En cualquier caso, necesitamos reconfortarnos acudiendo a la seguridad del pasado, a las fotos, a la rutina diaria… Comienza el día mirando el abuelo por la ventana y al día siguiente se repite la misma escena. El comienzo y el fin de la película. 24 horas. Cierra el ciclo. La supervivencia. Un día más. Una casa. Una familia. Una guerra. Su sinrazón. El ser humano, con sus grandes defectos y…sus grandes virtudes. Alma mater.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sé constructivo siempre. Suma.