El “Dolor y Gloria” de su vida lo expresa Almodóvar en esta película
autobiográfica. Por supuesto es un extracto de lo que nos quiere contar y desde
su perspectiva. Es un intento valiente, porque hay que atreverse a exponerse de
esa forma. Lo hace desde la madurez de su edad, cuando se puede empezar a hacer
balance de vida. También parece una película para reconciliarse con partes de
su vida que no consigue cerrar del todo. Es el relato de una persona que se
supo diferente desde el principio, en una España hostil para muchas personas.
Es la historia de una persona que tuvo lo que nunca imaginó, pero que prefiere
transmitir desde el dolor. Por eso parece que la película sea su propia
catarsis, el relato de una persona atormentada.
La técnica de la película es la propia de un gran director, como sin duda
lo es según la aclamación y los premios internacionales conseguidos, aunque su
carácter controvertido no le otorga un veredicto unánime: hay mucho pro y anti
Almodóvar. No deja a muchas personas insensibles y eso también tiene mérito. La
mayoría pasamos por la vida dejando menos huella. La película se realiza con un
bien ejecutado formato “flashback” que permite enlazar pasado y presente para
contar la historia. Siempre luminoso, nunca en blanco y negro, reflejo de la
fuerza de los momentos que Almodovar trata de transmitir en sus películas.