La propia historia de Harriet Tubman es de por sí notable, según los anales que conocemos. Nacida esclava por ser hija de padres esclavos, vivió en una etapa donde la libertad de otros negros, nacidos libres por ser hijos de ser padres libres, o por haber sido liberados por sus "amos", coexistía dentro de los mismos estados y comunidades. En Maryland, donde Harriet nació y creció, justo al sur de Pensylvannia, a donde Harriet se fugó cuando se enteró de que iba a ser vendida como lo fueron antes sus tres hermanas. Desde Philadelphia organizó ella varias misiones para rescatar hasta 70 esclavos a través de la organización "ferrocarril subterráneo", de la que se dice ella fue la más famosa "revisora". Durante la guerra civil norteamericana fue la primera mujer negra en comandar a un grupo armado para rescatar a esclavos negros en estados conferados.
Se dice que Harriet tenía un especial instinto que ella atribuía a su comunicación con Dios de cara a presagiar con anticipación las dificultades durante sus peligrosas misiones. Sea cual sea la verdad, lo cierto es que Harriet Tubman demostró esa decisión inamovible, fruto de fuertes convicciones interiores, de los que están dispuestos a darlo todo por una idea.
Lejana como nos parece la esclavitud en EEUU, no podemos olvidar que estos hechos acontecieron hace menos de 160 años, prácticamente dos vidas humanas, y por ello aún hoy no ha de extrañarnos las cicatrices que las diferencias raciales todavía presentan en un país tan heterogéneo como Estados Unidos.