Como es habitual en los relatos ficticios,
los personajes están estereotipados para darle brillo a esta cinta lenta, en
ocasiones desconcertante, pero que conforme avanza el guión va hilando una
historia más de las muchas que hablan del acomodo frente al deseo y legitimidad
de que todos tienen su oportunidad. Son los méritos, las decisiones valientes y
personales, las que marcan la diferencia.
Brasil es uno más de los ejemplos de esta
sociedad con creciente desigualdad al que nos enfrentamos en el siglo XXI. La
desigualdad no es nueva, pero sí lo es el tamaño de las diferencias sociales.
La película aporta esperanza porque otra vida es posible para Jessica, joven
madre que quiere un futuro distinto para su hijo, distinto de la infancia que
ella tuvo con su madre biológica, de la
que por separación física, recibió más dinero que cariño en su infancia. Pero
Jessica creció fuerte en su dignidad y en su determinación para ser parte del
futuro y no repetir el pasado. Se llama así misma no inteligente, sino curiosa
y observadora. Una exploradora nata.