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sábado, 5 de junio de 2021

Adú

"Adú" (Netflix, 2020), es una película de producción española que recibió 13 nominaciones a los premios Goya, obteniendo 4 galardones (mejor dirección, actor revelación, sonido y producción de dirección). 

La trama de la película se desarrolla en torno a 3 historias en el continente africano, tres realidades paralelas en el tiempo que representan distintas perspectivas, aunque podría haber más: explica bien las migraciones desde el Sahel, los esfuerzos de conservación de especies animales frente al tráfico y la corrupción, y finalmente, los esfuerzos para contener la marea de inmigrantes que se agolpan en la única frontera que tienen la Unión Europea en África: las ciudades de Ceuta y Melilla. 

En este intento de tres en uno la historia del niño de 6 años Adú (no es real, aunque sí es realista), en tránsito desde Camerún hasta la valla de Melilla, pasando por Senegal, es sin duda la pieza central, por su interpretación y porque el arco de desarrollo de su trama es más completo. Las otras dos tramas quedan oscurecidas, quizá deliberadamente por decisión del director (no en vano la película tiene el nombre del niño protagonista). En cualquier caso queda claro que el director decide presentar un panorama de contrastes más que centrarse en una sola historia. Por cierto, la historia de Adu reverbera con la también reciente película de "Cafarnaúm", también en Netflix. 



En Adú podemos comprender las dificultades de África para usar el enorme potencial de sus recursos naturales y de su población (más de 1200 millones de habitantes hoy, que se espera lleguen hasta 2500 millones en 2050, llegando a ser el continente más poblado de la Tierra). La falta de educación, la corrupción, la necesidad de enormes inversiones productivas, los efectos del cambio climático en la franja del Sahel, e incluso la radicalización islámica que se va extendiendo de este a oeste, son los principales problemas por los que "emigrar se convierte para muchos en la única forma de tener una vida mejor". Y cuando la gente está dispuesta a andar cientos o miles de kilómetros, cuando se huye por miedo a perder la vida, de la depravación, del miedo al hambre, es muy difícil que una valla de alambradas y un mar de unos pocos kilómetros sean un obstáculo insalvable. 

sábado, 11 de abril de 2020

El niño que domó el viento

Hace menos de doscientos años no había electricidad en los hogares y extraíamos el agua de los pozos en baldes. Hace menos de cien años la dieta alimentaria de muchos países desarrollados estaba formada mayoritariamente por productos del propio país, suplementada con los excedentes agrícolas (por ejemplo grano de EEUU, Rusia, Argentina). Las colonias británicas, holandesas, francesas o alemanas fueron establecimientos de extracción de riquezas naturales y mano de obra barata, incluyendo productos agrícolas, de países tercermundistas que no tenían ni industria propia ni economía de servicios. 

Durante mucho tiempo en Occidente los agricultores miraban al cielo rogando que la naturaleza regara con el agua apropiada o que la sequía fuera soportable. Después vino la tecnificación de la agricultura con los abonos artificiales, los invernaderos y los ciclos de producción continua. 

En "El niño que domó el viento" los agricultores de un pequeño pueblo de Malawi sufren la tragedia de los elementos naturales, la falta de planificación del país y sus élites, la codicia explotadora de las multinacionales (que buscan la eficiencia de cultivos que afectan el medio ambiente), y la poca educación e industrialización. Y se sumergen en la hambruna que de vez en cuando sucede en los países africanos y que hemos erradicado en los países desarrollados. 

Ante la adversidad, solo hay dos opciones: gestionar la miseria por venir o afrontar los problemas a través de nuevas soluciones. "El niño que domó el viento" es una historia de superación y de innovación a través de la educación, la auténtica fuerza motora del progreso de las sociedades. Es la historia de personas extraordinarias, de aquellas que analizan el presente y diseñan el futuro con ojos distintos.