Algo
menos de dos tiempos de vida han pasado desde que el affaire Dreyfus estremeció
la Francia de final del siglo XIX, la época en se plantaba la semilla de la
desconfianza entre las potencias europeas que desembocó en la Primera Guerra
Mundial unos años más tarde.
Tanto
se ha escrito sobre el caso de Dreyfus, un capitán judío del ejército francés al
que se acusó injustamente de espiar para los alemanes, que la primera pregunta
es qué se va a contar que no sea ya conocido, al menos para los franceses. Y lo
primero es entender el contexto histórico de los hechos: un momento de cambio y
transición, preludio de movimientos sociales, transiciones políticas hacia
democracias más consolidadas con alternancias y estertores de regímenes
anteriores, escaramuzas y guerras entre países europeos como la guerra franco-prusiana
de 1870. La política de asuntos exteriores siempre desconfiada con los vecinos
de proximidad andaba de la mano con la política de defensa. El ejército como
salvador de la patria. Alianzas y roturas con unos y otros haciendo bueno el
adagio de los británicos: “Inglaterra no tiene aliados, tiene intereses.”