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sábado, 18 de diciembre de 2021

La mano de Dios

 

"La mano de Dios". Barroca, vitalista, grotesca, sublime, surrealista, tradicionalista, espiritual, felliniana, etcétera. Hay muchos adjetivos para calificar esta obra autobiográfica (y superlativa) del director italiano Paolo Sorrentino, una película puramente italiana, rodada íntegramente en Napoles, lugar de nacimiento y de la vida adolescente del protagonista que emula al director Sorrentino. Ese es el tramo temporal donde se enmarca esta tragicomedia.

Como película es una obra de arte cinematográfico, como una pintura llena de contrastes y brochazos hermosos que cuando se miran a fondo cobran además un sentido adicional de conjunto. Las intepretaciones descarnadas de los caracteres son sublimes y aunque algo estereotipadas, no ahorran detalles al espectador, podríamos decir "excesivas" al más típico estilo del cine italiano de Fellini y de Almodóvar en España. 

"La mano de Dios" usa la analogía del famoso gol de mano Maradona a Inglaterra en 1986, un momento que Maradona calificó como divino (aunque luego admitió haber empujado a gol con puño humano), con la providencia que hizo que el protagonista que representa a Sorrentino adolescente, Fabio Schisa, se quedara admirando el partido del astro argentino en el estado en lugar de ir con sus padres al chalet familiar, donde ambos mueren esa noche por intoxicación de un escape de gas. 


La película tiene dos partes claramente diferenciadas y divididas por ese momento crucial. Argentina había sido derrotada por Inglaterra en las Malvinas, y ahora Maradona se vengaba. Fabio comienza su vida cada vez más al margen de su familia y de todo lo que le resultaba familiar. Es la búsqueda de sí mismo, de lo que quiere ser en la vida, perseverando como Maradona en el fútbol para conseguir su pasión: ser director de cine. Toda una llamada de atención al riesgo hoy que tienen muchos jóvenes de perder el norte, dejarse llevar por la vida, tan clásico en  lugares como el sur de Italia, donde salir adelante es producto de una mezcla de ingenio, adaptación, acciones turbias y sobrevivir en un entorno social que funciona por improvisación. 

sábado, 18 de abril de 2020

La balada de Buster Scruggs

Película de los hermanos Coen (también directores de la incunable “Fargo”) con un guión complejo compuesto por seis historias ambientadas en experiencias de vida durante la travesía de la colonización del Lejano Oeste en los Estados Unidos del 1800.

La estructura del guión elegido por los hermanos Coen nos ofrece una gran densidad de sensaciones durante las más de dos horas de la película, y hace que sea difícil perder la atención a menos que quieras desconectarte.

La inteligencia de las historias, los monólogos de los personajes, los silencios en escenas unas veces llenas de amplitud y otras claustrofóbicas, las deliciosas conversaciones llenas unas veces de sentimientos, otras de elegancia o de tragedia disfrazada, enganchan al espectador en el pasillo estrecho de nuestra atención cada vez más atacada en estos días de confinamiento. 

Visualmente muy conseguida, las escenas de la amplitud de los paisajes, el realismo de la escenografía y a dureza de las historias se convierte en amable y casi dulce con personajes e interpretaciones que quitan dramatismo y añaden hasta humor a vidas curtidas y laceradas por la pérdida y la supervivencia. La película combina la contradicción de la naturaleza humana dentro de esa parte de la historia de los Estados Unidos que fue la gran marcha hacia el Oeste.

sábado, 11 de abril de 2020

El niño que domó el viento

Hace menos de doscientos años no había electricidad en los hogares y extraíamos el agua de los pozos en baldes. Hace menos de cien años la dieta alimentaria de muchos países desarrollados estaba formada mayoritariamente por productos del propio país, suplementada con los excedentes agrícolas (por ejemplo grano de EEUU, Rusia, Argentina). Las colonias británicas, holandesas, francesas o alemanas fueron establecimientos de extracción de riquezas naturales y mano de obra barata, incluyendo productos agrícolas, de países tercermundistas que no tenían ni industria propia ni economía de servicios. 

Durante mucho tiempo en Occidente los agricultores miraban al cielo rogando que la naturaleza regara con el agua apropiada o que la sequía fuera soportable. Después vino la tecnificación de la agricultura con los abonos artificiales, los invernaderos y los ciclos de producción continua. 

En "El niño que domó el viento" los agricultores de un pequeño pueblo de Malawi sufren la tragedia de los elementos naturales, la falta de planificación del país y sus élites, la codicia explotadora de las multinacionales (que buscan la eficiencia de cultivos que afectan el medio ambiente), y la poca educación e industrialización. Y se sumergen en la hambruna que de vez en cuando sucede en los países africanos y que hemos erradicado en los países desarrollados. 

Ante la adversidad, solo hay dos opciones: gestionar la miseria por venir o afrontar los problemas a través de nuevas soluciones. "El niño que domó el viento" es una historia de superación y de innovación a través de la educación, la auténtica fuerza motora del progreso de las sociedades. Es la historia de personas extraordinarias, de aquellas que analizan el presente y diseñan el futuro con ojos distintos. 

domingo, 8 de julio de 2018

Los 50 son los nuevos 30


Esposa francesa abandonada por marido a los 50 que pierde trabajo, trata de reinventarse en uno nuevo totalmente distinto, vuelve a vivir a la casa de sus padres, que la siguen tratando como cuando tenía 20, y éstos a su vez, han hecho de toda una vida juntos una forma de convivencia en la distancia de sus pequeñas manías.

Chef portugués de cocina separado, que vive con sus padres y comparte habitación con su hijo. Familia nuclear remanente donde la risa y la alegría generan armonía. El chef ha vuelto a cambiar de restaurante.

Mujer y hombre que se encuentran, y como adolescentes se van descubriendo y recuperan sensaciones de juventud: la risa, la ilusión de comenzar de nuevo, pero con una mochila de experiencia que les hace apreciar lo que tienen. Por encima de todo el amor, la sensación de que le importas de verdad a otra persona y de que quieren pasar todo el tiempo posible juntos.

En formato comedia, los exigentes del género no le dan los parabienes de triunfadora. Te ríes lo justo, pero es que el trasfondo no es el más propicio, y quizá por ello, el director ha optado por no trivializar situaciones que cada vez ocurren más y que para las personas que los sufren representan dramas en sus vidas. Pero también el director prefiere ver el futuro con ilusión, porque las edades que se consideran “maduras” no siempre encuentran un encaje renovado, donde tras los frecuentes traspiés de la vida, podamos volver a sentirnos como cuando teníamos 20 años menos. Hay que agradecer al director por haber hecho una comedia en lugar de un drama. Eso permite al espectador ir de menos a más, como también le sucede a la protagonista.

lunes, 13 de febrero de 2017

"Lion"

Sheru, Sharoo Brierley en la película “Lion” (Sheru en hindú) nos proporciona una inmersión de conciencia y sentimientos en el escenario nunca indiferente de la India como epicentro de una historia basada en hechos reales, dura y tierna a la vez, actual, y brillantemente interpretada por actores de primer nivel como Dev Patel, Nicole Kidman o David Wenham.

En "Lion" se desarrolla una historia en torno a la adopción, la corrupción, el amor paterno-filial, la felicidad, la supervivencia, el sentido de pertenencia o la esperanza y la perseverancia. La historia de Sharoo, un niño de 5 años que se pierde en un pueblo remoto en el norte de la India de 1986 y que consigue reencontrarse con su madre en 2011, es una de las pocas con final feliz que sufren los más de 80.000 niños que se pierden al año en la India.

¿Somos de donde nacemos o de dónde “pacemos”? La identidad y la pertenencia.

Es indudable que las vivencias forjan la personalidad, pero también parece demostrado que la genética tiene una fuerte influencia. En el caso de Sharoo, puede que el amor de ambiente familiar pese a la pobreza en la que viven, el recuerdo de su madre y sobre todo de su hermano Guddu fueran determinantes para el inicio de la búsqueda de sus orígenes cuando se confabulan dos hechos: ve el "talebi" (cierta comida hindú, pero también sentimiento en su caso) y la conciencia de poder acceder a geografías remotas a través de Google Earth. Sus cinco primeros años de vida le dejaron una impronta que nunca pudo borrar del todo y que se convirtieron en su obsesión pese a tener la vida “resuelta”.