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sábado, 10 de diciembre de 2022

As Bestas

 

Hay veces en que vamos al cine y elegimos una película casi por casualidad. Otras veces se hace con intención, porque hemos leído o escuchado la crítica, por el director o por los intérpretes. 

"As Bestas" (Las Bestias en gallego) pertenece al género de películas que hay que ir a ver, porque no es solo una obra de arte, sino que tiene un trasfondo real que apunta a muchos de los dramas que hoy vive el mundo rural. La película, dirigida por Rodrigo Sorogoyen y guionizada por él mismo e Isabel Peña, tiene todos los atributos para ser una película que hará historia. 

As Bestas tiene un fuerte simbolismo, crudo y descarnado, que impregna todo el desarrollo de la película, donde se intercalan silencios rellenados de imágenes y tomas sugerentes con diálogos llenos de compasión, amor y violencia, que escenifican el conflicto de la vida en una pequeña aldea gallega (aunque en realidad se trata de Barjas, en el Bierzo leonés, en el límite entre Castilla y León y Galicia) entre una pareja francesa y dos hermanos de la aldea, en torno a la venta de sus tierras a una compañía energética. 

La trama se basa en hechos reales acontecidos en 2010 en Santoalla, donde un holandés fue muerto por sus vecinos por esta razón, aunque poca gente lo recuerda, salvo quizá los vecinos. Sorogoyen tiene la perspicacia de rescatarlos de la hemeroteca en un momento de alta sensibilidad en el conflicto entre la España vaciada y sin perspectivas y esa otra España que crece en las ciudades de aluvión como Madrid o Barcelona. Hay muchos pequeños pueblos en España donde sólo los que viven allí saben lo que ha pasado.

No son pocas las veces que la falta de perspectivas de futuro, al propio aburrimiento y la incultura alimenten la parte más animal de los sentimientos humanos y ello lo retrata de forma magistral la interpretación de los hermanos aldeanos en "As Bestas". Este sentimiento se retrata muy bien en el libro "La España vacía" de Sergio del Molino. 


sábado, 18 de diciembre de 2021

La mano de Dios

 

"La mano de Dios". Barroca, vitalista, grotesca, sublime, surrealista, tradicionalista, espiritual, felliniana, etcétera. Hay muchos adjetivos para calificar esta obra autobiográfica (y superlativa) del director italiano Paolo Sorrentino, una película puramente italiana, rodada íntegramente en Napoles, lugar de nacimiento y de la vida adolescente del protagonista que emula al director Sorrentino. Ese es el tramo temporal donde se enmarca esta tragicomedia.

Como película es una obra de arte cinematográfico, como una pintura llena de contrastes y brochazos hermosos que cuando se miran a fondo cobran además un sentido adicional de conjunto. Las intepretaciones descarnadas de los caracteres son sublimes y aunque algo estereotipadas, no ahorran detalles al espectador, podríamos decir "excesivas" al más típico estilo del cine italiano de Fellini y de Almodóvar en España. 

"La mano de Dios" usa la analogía del famoso gol de mano Maradona a Inglaterra en 1986, un momento que Maradona calificó como divino (aunque luego admitió haber empujado a gol con puño humano), con la providencia que hizo que el protagonista que representa a Sorrentino adolescente, Fabio Schisa, se quedara admirando el partido del astro argentino en el estado en lugar de ir con sus padres al chalet familiar, donde ambos mueren esa noche por intoxicación de un escape de gas. 


La película tiene dos partes claramente diferenciadas y divididas por ese momento crucial. Argentina había sido derrotada por Inglaterra en las Malvinas, y ahora Maradona se vengaba. Fabio comienza su vida cada vez más al margen de su familia y de todo lo que le resultaba familiar. Es la búsqueda de sí mismo, de lo que quiere ser en la vida, perseverando como Maradona en el fútbol para conseguir su pasión: ser director de cine. Toda una llamada de atención al riesgo hoy que tienen muchos jóvenes de perder el norte, dejarse llevar por la vida, tan clásico en  lugares como el sur de Italia, donde salir adelante es producto de una mezcla de ingenio, adaptación, acciones turbias y sobrevivir en un entorno social que funciona por improvisación.