Todos sabemos
que los vínculos genéticos están entre lo más fuerte que nos une como personas.
La familia biológica ha sido y sigue siendo la base de la sociedad tal y como
la conocemos en cualquier parte del mundo. Los lazos de sangre aprietan fuerte y
nos acompañan prácticamente toda la vida. Aun en momentos como los actuales
donde la tasa de divorcios es más alta que nunca, las relaciones de sangre rara
vez permiten la pérdida total de vínculos entre quienes las comparten.
Pero también
sabemos que los lazos de sangre no son suficientes para mantener la familia
unida o que los costes de hacerlo a toda costa pueden ser a veces demasiado
altos.
“Un asunto de
familia”, una estupenda cinta japonesa que el prestigioso director Hirokazu Koreeda nos
propone y que Japón ha decidido presentar a los Globos de Oro y Oscar 2019, nos
presenta una reflexión sobre un modelo alternativo a la familia biológica en el
contexto de una pequeña historia de ficción en los límites de la sociedad
japonesa.
“Un asunto de
familia” relata la vida cotidiana de una familia (podríamos llamarla así) unida
por potentes vínculos afectivos y asociación de intereses en el entorno de una barriada
pobre del exterior de Tokio. Es también una mirada a un Japón que también existe, bastante
invisible a los ojos occidentales. También es una crítica a la respuesta del
sistema cuando al final se descubre el pastel: también los japoneses engañan a
su sistema, y éste responde como se espera: con cárcel, hogar de huérfanos o
vuelta al hogar biológico donde no existe el amor. Había mucha más felicidad en
el hogar anómalo de la primera parte de la película.