"Cuando cae el otoño" es la historia de dos jubiladas en un pequeño pueblo de la Borgoña francesa, al cual se retiran tras haber vivido y trabajando en París como prostitutas. Cómo afrontan la vida en lo que les queda, cómo sus descendientes y amigos afrontan la suya sin poderse desprender del todo del pasado para vivir una vida propia.
Porque aunque la película tiene un guión por el que ha sido premiado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el trasfondo de la misma no está en la resolución del caso con la tensión narrativa de la película, lenta y evocadora, con escenas de intimidad, en un pequeño pueblo francés en mitad de la campiña otoñal. La trama se desarrolla por diseño del director a través de elipsis, medias frases y escenas que crean equívocos sobre la verdad de lo que transcurre en la historia. Este "desarrollo abierto" es una atractiva forma de implicar al espectador, y cada uno interpreta donde está (o si debe existir) la culpa. No hay mayor riqueza que el desacuerdo de puntos de vista.
Los juicios morales que hacemos de las personas son el cordón umbilical del trasfondo de la película. Un juicio implica decir o pensar sobre otra persona en lo que te gusta o no, lo que está bien o no, de acuerdo con un canon moral (la justicia es sobre todo un juego de reglas morales transformado en leyes, con un sistema de garantías y procedimientos). El amor es lo contrario: es aceptación por encima del juicio.