sábado, 28 de septiembre de 2019

Hasta siempre hijo mío

"Hasta siempre hijo mío" es sobre todo una trama sobre la frustración que la política de hijo único ha causado en China. Un país que con ya 1400 millones de habitantes en los años ochenta se autoimpuso el control la natalidad de forma implacable para poner coto a tu imparable demografía. 

Son pocas las películas disponibles sobre esa zona fronteriza del tiempo donde Mao Zedong ya no está y Deng Xiaoping comienza el proceso de apertura de China al resto del mundo. Esta película de más de 3 horas se desarrolla en un formato "flashback" casi imperceptible que conecta los distintos momentos del tiempo donde ocurre la trama, y asombra por el vertiginoso cambio que ha sufrido la sociedad china en un espacio de 30 años. 

La película vale para observar y valorar la política dirigista China con su economía planificada, sus empresas que daban trabajo a todo el mundo y sus incentivos al comportamiento para conseguir que se alcancen los objetivos marcados por el Partido Comunista Chino. Se adivinan los primeros cambios cuando comienzan los despidos con la proclama de "Ya no podemos seguir siendo funcionarios..." Es realmente tremendo el cambio que ha tenido que soportar la población china y notable su capacidad de reacción. 

Ello puede llevar a muchas reflexiones, y por ello también la película es controvertida, sobre las bondades del sistema chino, que indudablemente ha alcanzado logros para su población, y el sistema democrático imperante en la mayoría de los países del mundo, y más en un momento donde las democracias no pasan por un buen momento por los populismos y por la inefectividad que están demostrando los dirigentes en varios países democráticos. China hoy en particular continúa con su modelo de intervención en  la vida social y económica con un capitalismo de estado que a través de la tecnología está influyendo cada vez más en la vida de los ciudadanos. Para los interesados lean sobre el sistema de crédito social en China.

La película, delicadamente hilvanada en su larga duración precisa de mucha atención para ir construyendo el puzzle del desenlace que se va adivinando sólo en la parte final. Llaman la atención los sentimientos que se manifiestan en la trama: sentimientos de culpa, de honor, del deber, que hacen que el espectador reflexione sobre los valores específicos de la cultura china. Esta película, dura emocionalmente, no es violenta visualmente y personalmente detecto esa aceptación del "todo por un bien más alto" que permea la cultura china a través del confucionismo, donde las personas están detrás del interés colectivo, y por ello la armonía y la paz social son rasgos distintivos de los dictados del Partido Comunista Chino, frente a los intereses, libertad y dignidad de la persona que prevalecen en nuestras sociedades occidentales. 

"Hasta siempre hijo mío" es sobre todo el reflejo de la vida de un matrimonio que vive con el duelo permanente de no tener un hijo en una sociedad donde siempre se ha esperado que los mayores sean cuidados por los hijos cuando envejecen. 

Sobre todo, China produce una sensación de movimiento en curso, aún no terminado, y seguramente lo veremos en los próximos años y décadas. Para tener esa visión dinámica de China, "Hasta siempre hijo mío" es una buen forma de entrar en materia.




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