sábado, 11 de enero de 2025

Las vidas de Sing Sing

Sing Sing es un centro penitenciario de alta seguridad en Estados Unidos. La reclusión penal como metáfora de la exclusión impregna la vida entre las paredes de una cárcel, que encierra el cuerpo y menos reconocidamente, el alma. Cuando el sistema libera el cuerpo, pero no consigue liberar el alma, solo conseguimos libertad condicional. 

¿Qué vida es posible en una cárcel? El continuo recuerdo de la vida pasada, el desgarro de los errores cometidos, el sufrimiento de la pena impuesta, y de la redención a través del alma. El cuerpo puede que retorne a la libertad, pero ¿dónde ha quedado el alma?

La vida en el interior de la cárcel, la monotonía de la rutina, si solo busca la redención a través de la pena, despedaza las intenciones de redención, o las mata antes de que emerjan. 

Los programas de reinserción desde el interior de la cárcel son más efectivos cuando se rompen las fronteras del alma, del comportamiento profundo que lleva a los que delinquen a las cárceles con barrotes de hierro, alambradas y guardias armados. Nuestra alma es la cárcel más profunda, o nuestra libertad más ansiada. 

La redención del alma a través de un programa de redención a través del teatro (programa RTA, Redention Through Arts) es una innovación penitenciaria. Los ejercicios de introspección y de expresión artística son la inspiración, la retención y la expulsión del aire contaminado que impregna el alma encarcelada.



La expresividad facial de los actores, los diálogos abruptos quienes no necesitan comunicarse con la educación de la no cárcel, el ambiente opresivo de las celdas encarcela al espectador durante la película. La emoción de la representación teatral le sitúa en libertad, ya no son diferentes de un teatro de Broadway y sobre todo, comienzan a salir de la cárcel de su alma. 

Las metáforas sociales son el principal argumento de "Las vidas de Sing Sing", porque cada vida es cárcel o libertad, y la libertad física, la que perdemos cuando incumplimos las normas de convivencia con consecuencias penales, puede no ser la mayor pérdida de libertad si los barrotes del alma nos privan de nuestro potencial. 

Nelson Mandela estuvo prisionero 34 años y no pudieron encarcelar su alma. Cada uno de sus actos era un acto de rebeldía. Ello le permitió rebelarse contra la cárcel de su cuerpo. Malcolm X entró en la cárcel como un delincuente, leyó y aprendió y salió como un líder del movimiento negro. Dijo: "en mi mente, no reconozco la existencia de una cárcel".




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