Es una alegoría gráfica e imaginativa de las
lecciones que Connor ha de aprender para asumir sus propios problemas. Problemas
de aceptación de su yo y de su realidad, problemas que no dejan de crecer hasta
que el tejo milenario de la colina, reconvertido en monstruo, viene a hablarle
en forma de historias de los valores profundos que nos permiten reconciliarnos cpn
nosotros mismos y desarrollarnos mejor en la vida. Es una alegoría que nos recuerda
el poder curativo de las historias sin moralejas. Podríamos decir: "dame
una buena historia y conquistaré el mundo"
La primera historia nos recuerda que las
apariencias engañan y que siempre hay un punto de luz en lo más oscuro, que la
luz más rutilante siempre tiene sombras ocultas. Tenemos que ver la auténtica
verdad en lo que nos rodea, y pensar que hay una natural inclinación hacia la
bondad más presente de lo que imaginamos en muchas personas. Al final, lo que
cuenta es la verdad detrás de las apariencias.
En la segunda historia vemos como la falta de
autenticidad nos lleva por caminos equivocados y que a veces puede ser
demasiado tarde para rectificar. Pero no siempre la verdad está disponible para
nuestros ojos, tenemos que hacer un esfuerzo para acostumbrarnos a su brillo,
con frecuencia esquivo al ojo no preparado.
En la tercera historia nos enseña a aceptar
como nos ven los otros. Podemos ser visibles o invisibles, y cómo nos ven en
parte depende de cómo nosotros nos queremos mostrar. Una vez más la
autenticidad de nuestro carácter determinará la forma en la cual los que nos
rodean nos perciben y por tanto como se relacionan con nosotros.
Siendo una película tan centrada en el yo
interior del niño, sus miedos y sus frustraciones, sus relaciones con su
entorno no pueden ser sino de rechazo y aislamiento hasta que acepta las
situaciones como son, no como a él le gustaría que fueran. Puedes romper todos
los muebles que quieras, puedes incluso golpear a quien te humilla, pero nada cambiará
si no cortas el problema por su base.
En una película de final feliz aunque algunos
lloren. Sobre todo porque Connor deja de llorar por dentro. Acepta la muerte de
su madre aunque deja de desearla, se "reconcilia" con sus enemigos
del colegio, y acepta vivir con su abuela, que demuestra que siempre estuvo más
cerca de Connor de lo que él imaginó. La madre en el lecho de muerte hace la
transición en vida entre nieto y abuela. Y el álbum de pinturas en la mesa de
su habitación le recordarán que su madre vive dentro de él.
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