Sheru, Sharoo Brierley en la película “Lion” (Sheru en hindú) nos proporciona una inmersión de conciencia
y sentimientos en el escenario nunca indiferente de la India como epicentro de
una historia basada en hechos reales, dura y tierna a la vez, actual, y brillantemente
interpretada por actores de primer nivel como Dev Patel, Nicole Kidman o David
Wenham.
En "Lion" se desarrolla una
historia en torno a la adopción, la corrupción, el amor paterno-filial, la felicidad, la supervivencia, el sentido de pertenencia o la
esperanza y la perseverancia. La historia de Sharoo, un niño de 5 años que se pierde
en un pueblo remoto en el norte de la India de 1986 y que consigue reencontrarse
con su madre en 2011, es una de las pocas con final feliz que sufren los
más de 80.000 niños que se pierden al año en la India.
¿Somos de donde nacemos o de dónde “pacemos”? La
identidad y la pertenencia.
Es indudable que las vivencias forjan la personalidad, pero también parece demostrado que la genética tiene una fuerte influencia. En el caso de Sharoo,
puede que el amor de ambiente familiar pese a la pobreza en la que viven, el
recuerdo de su madre y sobre todo de su hermano Guddu fueran determinantes para
el inicio de la búsqueda de sus orígenes cuando se confabulan dos hechos: ve el "talebi" (cierta comida hindú, pero también sentimiento en su caso) y la conciencia de poder acceder a geografías
remotas a través de Google Earth. Sus cinco primeros años de vida le dejaron
una impronta que nunca pudo borrar del todo y que se convirtieron en su
obsesión pese a tener la vida “resuelta”.
La antítesis de Sharoo es su también hermanastro de adopción, Mantosh, otro
niño hindú cuya más tierna infancia fue tan traumática que ya no consigue librarse
de ella, pese a recibir el mismo cariño y amor que Sharoo en la familia de
acogida. ¿Es la genética o fue su experiencia vital en sus primeros años?
Al final, lo que da sentido a la persona es su pertenencia a un grupo con
el que se identifica en sus sentimientos más profundos. Cuando Sharoo encuentra
sus raíces y responde a la preocupación vital sobre su identidad, regresa a la
sociedad a la que donde se ha hecho como persona: su familia de adopción.
Mantosh parece seguir atribulado en ese conflicto entre su pasado y su
presente, con pocas expectativas de resolverlo en el futuro.
Para saber adonde vamos, tenemos que conocer muy bien de donde venimos.
Preguntas sin respuestas que obligan a andar mirado hacia atrás, con riesgo de
tropiezo continuo. La historia de cada uno empieza en el punto donde no
encuentra respuestas a su existencia.
La paternidad por adopción y la paternidad biológica
La acogida en la familia australiana de Sharoo y de Mantosh es tan ejemplar
que parece más de película que realidad. Y más cuando en un acto de
amor extremo se renuncia a tener hijos biológicos aun pudiendo, adoptando a algunos de los
muchos niños abandonados o perdidos que abundan en países como la India. Pero a veces no
es baladí el esfuerzo del adoptado para integrarse en la familia de acogida.
Sharoo lo consigue y llega a ser el hijo ideal. Su hermanastro Mantosh se
debate entre corresponder a su nueva familia y su incapacidad para controlar
sus sentimientos primarios.
Cuando el niño adoptado “no es una página en blanco” como dice el Sharoo
adulto a su madre adoptiva, el acto de amor que implica cuidar un hijo
seguramente se multiplica. No es fácil siempre que el amor paterno-filial en
las acogidas continue aun en las dificultades, y hoy en día podemos ver
muchas relaciones fracasadas, con problemas acrecentados por el reto de adoptar a niños de culturas radicalmente distintas. No todas las sociedades, y las
personas que las integran, están igualmente preparadas para los retos de la
adopción. Se supone que las sociedades más desarrolladas tienen no sólo los medios
económicos, sino además los recursos de gestión para afrontar la integración
que plantean los acogidos de países emergentes. Hay cuestiones como la cultura y
creencias que se ofrece al acogido, en ocasiones muy distinta de la de su
familia o sociedad de origen.
Seguramente las migraciones y adopciones son dos caras de una misma cuestión:
la dificultad de muchos países y sociedades para hacer posible el desarrollo de
la diversidad dentro de sus fronteras. Posiblemente este es uno de los mayores
retos que se plantea la sociedad globalizada en la que vivimos.
El reencuentro de Sharoo con su madre natural también nos hace reflexionar
sobre si el nivel de trauma que implica la pérdida de un hijo es o no distinto
en distintas sociedades. Si bien puede haber una respuesta intuitiva inicial, no puede haber más que respuestas
personales a esta pregunta.
La corrupción
"Lion" da una puntada al corrupto sistema existente en la India (y por supuesto en otros países), no sólo en
orfanatos oficiales, sino a las bandas establecidas de pederastas y en general
al sistema que tolera el tráfico de niños. Son muy pocos los que encuentran un
destino feliz como Sharoo. ¿Qué se puede hacer más allá de denunciarlo
internacionalmente como en parte lo hace esta película? ¿Que más pueden hacer los
gobernantes de la India u otro país similar para perseguir a estas bandas que
se supone que no toleran?
Evaluación
muy bien la reseña como siempre y con mucha preofundidad .
ResponderEliminarpara mi una de las mejores películas que hemos visto, tanto por la temática como la realización,espacios fotografía
etc.. ah y los actores. En realidad muy buena
Para la próxima (JM) el nivel esta muy alto ,jaja Animo