lunes, 13 de febrero de 2017

"Lion"

Sheru, Sharoo Brierley en la película “Lion” (Sheru en hindú) nos proporciona una inmersión de conciencia y sentimientos en el escenario nunca indiferente de la India como epicentro de una historia basada en hechos reales, dura y tierna a la vez, actual, y brillantemente interpretada por actores de primer nivel como Dev Patel, Nicole Kidman o David Wenham.

En "Lion" se desarrolla una historia en torno a la adopción, la corrupción, el amor paterno-filial, la felicidad, la supervivencia, el sentido de pertenencia o la esperanza y la perseverancia. La historia de Sharoo, un niño de 5 años que se pierde en un pueblo remoto en el norte de la India de 1986 y que consigue reencontrarse con su madre en 2011, es una de las pocas con final feliz que sufren los más de 80.000 niños que se pierden al año en la India.

¿Somos de donde nacemos o de dónde “pacemos”? La identidad y la pertenencia.

Es indudable que las vivencias forjan la personalidad, pero también parece demostrado que la genética tiene una fuerte influencia. En el caso de Sharoo, puede que el amor de ambiente familiar pese a la pobreza en la que viven, el recuerdo de su madre y sobre todo de su hermano Guddu fueran determinantes para el inicio de la búsqueda de sus orígenes cuando se confabulan dos hechos: ve el "talebi" (cierta comida hindú, pero también sentimiento en su caso) y la conciencia de poder acceder a geografías remotas a través de Google Earth. Sus cinco primeros años de vida le dejaron una impronta que nunca pudo borrar del todo y que se convirtieron en su obsesión pese a tener la vida “resuelta”.

La antítesis de Sharoo es su también hermanastro de adopción, Mantosh, otro niño hindú cuya más tierna infancia fue tan traumática que ya no consigue librarse de ella, pese a recibir el mismo cariño y amor que Sharoo en la familia de acogida. ¿Es la genética o fue su experiencia vital en sus primeros años?

Al final, lo que da sentido a la persona es su pertenencia a un grupo con el que se identifica en sus sentimientos más profundos. Cuando Sharoo encuentra sus raíces y responde a la preocupación vital sobre su identidad, regresa a la sociedad a la que donde se ha hecho como persona: su familia de adopción. Mantosh parece seguir atribulado en ese conflicto entre su pasado y su presente, con pocas expectativas de resolverlo en el futuro.

Para saber adonde vamos, tenemos que conocer muy bien de donde venimos. Preguntas sin respuestas que obligan a andar mirado hacia atrás, con riesgo de tropiezo continuo. La historia de cada uno empieza en el punto donde no encuentra respuestas a su existencia.

La paternidad por adopción y la paternidad biológica

La acogida en la familia australiana de Sharoo y de Mantosh es tan ejemplar que parece más de película que realidad. Y más cuando en un acto de amor extremo se renuncia a tener hijos biológicos aun pudiendo, adoptando a algunos de los muchos niños abandonados o perdidos que abundan en países como la India. Pero a veces no es baladí el esfuerzo del adoptado para integrarse en la familia de acogida. Sharoo lo consigue y llega a ser el hijo ideal. Su hermanastro Mantosh se debate entre corresponder a su nueva familia y su incapacidad para controlar sus sentimientos primarios.

Cuando el niño adoptado “no es una página en blanco” como dice el Sharoo adulto a su madre adoptiva, el acto de amor que implica cuidar un hijo seguramente se multiplica. No es fácil siempre que el amor paterno-filial en las acogidas continue aun en las dificultades, y hoy en día podemos ver muchas relaciones fracasadas, con problemas acrecentados por el reto de adoptar a niños de culturas radicalmente distintas. No todas las sociedades, y las personas que las integran, están igualmente preparadas para los retos de la adopción. Se supone que las sociedades más desarrolladas tienen no sólo los medios económicos, sino además los recursos de gestión para afrontar la integración que plantean los acogidos de países emergentes. Hay cuestiones como la cultura y creencias que se ofrece al acogido, en ocasiones muy distinta de la de su familia o sociedad de origen.

Seguramente las migraciones y adopciones son dos caras de una misma cuestión: la dificultad de muchos países y sociedades para hacer posible el desarrollo de la diversidad dentro de sus fronteras. Posiblemente este es uno de los mayores retos que se plantea la sociedad globalizada en la que vivimos.

El reencuentro de Sharoo con su madre natural también nos hace reflexionar sobre si el nivel de trauma que implica la pérdida de un hijo es o no distinto en distintas sociedades. Si bien puede haber una respuesta intuitiva inicial, no puede haber más que respuestas personales a esta pregunta.

La corrupción

"Lion" da una puntada al corrupto sistema existente en la India (y por supuesto en otros países), no sólo en orfanatos oficiales, sino a las bandas establecidas de pederastas y en general al sistema que tolera el tráfico de niños. Son muy pocos los que encuentran un destino feliz como Sharoo. ¿Qué se puede hacer más allá de denunciarlo internacionalmente como en parte lo hace esta película? ¿Que más pueden hacer los gobernantes de la India u otro país similar para perseguir a estas bandas que se supone que no toleran?

Evaluación




1 comentario:

  1. muy bien la reseña como siempre y con mucha preofundidad .
    para mi una de las mejores películas que hemos visto, tanto por la temática como la realización,espacios fotografía
    etc.. ah y los actores. En realidad muy buena
    Para la próxima (JM) el nivel esta muy alto ,jaja Animo

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Sé constructivo siempre. Suma.