Esposa francesa abandonada por marido a los 50 que pierde trabajo, trata de
reinventarse en uno nuevo totalmente distinto, vuelve a vivir a la casa de sus
padres, que la siguen tratando como cuando tenía 20, y éstos a su vez, han hecho
de toda una vida juntos una forma de convivencia en la distancia de sus
pequeñas manías.
Chef portugués de cocina separado, que vive con sus padres y comparte
habitación con su hijo. Familia nuclear remanente donde la risa y la alegría
generan armonía. El chef ha vuelto a cambiar de restaurante.
Mujer y hombre que se encuentran, y como adolescentes se van descubriendo y
recuperan sensaciones de juventud: la risa, la ilusión de comenzar de nuevo,
pero con una mochila de experiencia que les hace apreciar lo que tienen. Por
encima de todo el amor, la sensación de que le importas de verdad a otra
persona y de que quieren pasar todo el tiempo posible juntos.
En formato comedia, los exigentes del género no le dan los parabienes de
triunfadora. Te ríes lo justo, pero es que el trasfondo no es el más propicio,
y quizá por ello, el director ha optado por no trivializar situaciones que cada
vez ocurren más y que para las personas que los sufren representan dramas en
sus vidas. Pero también el director prefiere ver el futuro con ilusión, porque
las edades que se consideran “maduras” no siempre encuentran un encaje
renovado, donde tras los frecuentes traspiés de la vida, podamos volver a
sentirnos como cuando teníamos 20 años menos. Hay que agradecer al director por
haber hecho una comedia en lugar de un drama. Eso permite al espectador ir de
menos a más, como también le sucede a la protagonista.
Una mirada más inquisitiva a esta película nos sumerge en algo que autores
como Zygmunt Bauman califican como “sociedad líquida” y sobre la que cualquiera
puede leer en internet. A los efectos de esta película, yo defino la sociedad líquida
como la indeterminación que hoy presentan nuestras vidas como consecuencia de
factores múltiples, entre los cuales está la globalización, la pérdida de
ciertos valores, el desempleo creciente como consecuencia de la tecnología,
vidas más largas que nos situan en la disyuntiva de descubrir en nosotros
mismos identidades que antes no teníamos, la inmigración que puede afectar los
valores culturales de las sociedades donde se despliega, o el menor peso de la
familia nuclear entre otros factores.
Todo ello nos conduce a una sociedad distinta, donde las generaciones ya no
van unas detrás de otras, sino que se entremezclan: hijos que vuelven a
convivir con los padres, matrimonios que se separan en edades adultas, abuelos
que pasan más tiempo con los nietos que éstos con sus padres, vidas que se
construyen allí donde está el trabajo y no en la cercanía del domicilio
familiar. Todo un reto para los valores de la sociedad tradicional y más
predecible que hemos tenido hasta hace poco tiempo.
Francia es sin duda un escenario ideal para esta película y una muestra de
cómo los franceses son capaces de reflexionar en carne propia sobre las cuestiones
que atañen al reto de la nueva convivencia social ante los retos que se
plantean. Una sociedad que es capaz de hacerse las preguntas correctas es más fácil
que obtenga las respuestas adecuadas. Creo que el director ha sido capaz de
hilar un debate complejo de forma que el espectador sale con el ánimo más alto
ante la reflexión de la situación de fondo. Hasta la música en varios idiomas complementa
el carácter multivectorial de la nueva sociedad.
Porque no nos queda más que mirar al futuro con ilusión y ánimos renovados:
que el mundo es más complejo y seguirá siéndolo es una realidad casi
incuestionable. Cada persona ha de usar el recurso de sus valores y criterio
para tomar las mejores decisiones. En una vida donde las personas van a vivir más
de 100 años según todas las estimaciones, la mayoría media de edad de la
población española estará en breve cerca de los 50 años. Serán los 50 los
nuevos 30?
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