sábado, 15 de septiembre de 2018

El viaje de Nisha



Es difícil restarle importancia al tema central de la película "La vida de Nisha": la difícil integración de la cultura musulmana en Europa, y el papel de la mujer en las sociedades musulmanas. En su último libro, el famoso historiador israelí Yuval Noah Harari califica a la migración como uno de los mayores retos para la supervivencia futura del proyecto europeo, cuyas señas de identidad han sido históricamente el multiculturalismo y la libertad.

“El viaje de Nisha” es una descarnada micro historia del choque de culturas, entre la cada vez más secularizada Europa y el tradicionalista y rígido sistema de creencias de los países de religión musulmana. Porque está demostrado por los genetistas que las diferencias de comportamiento se deben en más de un 95% a diferencias culturales y no a que tengamos genes distintos.

Pero si la Historia de la Humanidad se ha conformado a través de las migraciones, ¿por qué ahora esa preocupación?

Para empezar, está la llegada de internet y las mejoras en las comunicaciones, que no han hecho sino acelerar el tránsito de inmigrantes que buscan un mejor futuro y que proceden del Norte de Africa, Oriente Medio, o Este de Europa. Además, están las mafias y los políticos corruptos que rigen muchos de estos países. En etapas anteriores, las grandes migraciones provenían con cierta frecuencia de ocupaciones de territorios por parte de un conquistador, y este impone su cultura, como sucedió en las dos guerras mundiales, la invasión de Rusia y China por Japón a comienzos del siglo XX o antes los procesos de conformación de imperios como el español o el británico. Estos procesos casi no existen desde 1945.

Sin buscar la generalización, la cultura en los países islámicos no ha cambiado mucho en los últimos siglos: estructuras de relación casi tribales con la familia y los amigos cercanos como nodo principal, códigos de honor estrictos, predominancia del hombre frente a la mujer, y con cierta frecuencia, un matriarcado guardián de las tradiciones.

Frente a ello, los países europeos han desarrollado en los últimos siglos crecientes identidades nacionales, ligadas a los logros conseguidos en materia social y económica, y por tanto, hay una fuerte cultura y formas de vida en los países de llegada presididos por la libertad, la búsqueda de la igualdad entre géneros, la educación liberal y la economía de mercado.

Pero cuidado, todavía hoy no existe una identidad europea ni una forma “europea” de afrontar este reto, sino muchas identidades nacionales con sensibilidades distintas. Y tampoco los países emisores de inmigración musulmana tienen una única cultura. El problema se complica porque ambas culturas piensan que tienen razón. Los rígidos sistemas de comportamiento de los musulmanes son con frecuencia un asidero ante un sistema que no comprenden. El futuro inevitable ha de ser un acuerdo intercultural donde de alguna forma los inmigrantes han de aceptar ciertas reglas de los países de acogida. Al tiempo, aquellos aportan el valor de la comunidad y los fuertes vínculos, frente al problema de la soledad que cada vez más atenaza a los ciudadanos en Europa.

Nisha, una joven paquistaní que vive con su familia afincada en Noruega nos recuerda los barrios de inmigrantes que de forma creciente es establecen en los suburbios de algunas ciudades europeas. Nisha es una joven noruega, perfectamente integrada, que rompe el código de honor de la familia, lo que a su vez pone en peligro la relación con su comunidad.

"El viaje de Nisha" es una vuelta forzada a sus orígenes en Pakistan, cultura fascinante donde las haya, donde Nisha comprueba que ella tampoco pertenece a ese mundo. La crudeza del devenir de esta micro historia compone un relato estremecedor de la primacía de los valores de la comunidad en detrimento del individuo y en especial de la mujer. El amor conyugal no se planifica de partida, los matrimonios se convierten en partidas en el ajedrez de las relaciones sociales. Pero al final, el amor paterno no muere y se sacrifica, pese a la ofensa de honor. En “El viaje de Nisha” hay al final esperanza, ilusión, comprensión, una aceptación de la primacía de la libertad de elección, posiblemente uno de los mayores logros de la civilización occidental. Para Nisha su elección supone el desgarro más profundo.

En suma, una película que relata magníficamente los problemas de integración de las primeras generaciones de musulmanes dentro de los países de cultura occidental.



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