Muchos escritores han escrito sobre el sentido de la existencia, qué nos mueve a las personas a seguir adelante cuando todo pinta negro y el sentimiento de desesperación se apodera de nosotros.
El psicólogo judío Viktor Frankl vivió y observó como prisionero en el campo de concentración de Auschwitz las condiciones más extremas posibles, la degradación de las personas hasta el punto de hacerles indiferentes ante la vida, incluso deseosos de abandonarla. Frankl admitió que la observación como psicólogo del comportamiento de carceleros y encarcelados le permitió no sólo escribir un ensayo fundamental en este campo, sino además sobrevivir a él mismo. Tener una razón para vivir, la que sea en función de las circunstancias, es un faro que nos guía en los momentos de incertidumbre.
"The Rider" trae el debate sobre el sentido de la vida a la pantalla de cine. Para ello, la directora de origen chino Chloé Zhao presenta una producción con actores que son los protagonistas reales de una historia que es la suya. Una pequeña e íntima historia, profundamente americana, ambientada en los indios vaqueros, donde la relación con los caballos sigue siendo parte central de su estilo de vida. ¿Es posible otra vida cuando aquello que te gusta, para lo que sientes que has nacido y lo único que has aprendido ya no puedes hacerlo más?
Cuando no tienes otras opciones la primera reacción es la lucha. No voy a rendirme, todo volverá a ser como antes o al menos voy a intentarlo.
"The Rider" es el tránsito de Brady hacia la resignación, que en su caso abre una puerta a la incertidumbre, en busca de un nuevo propósito ante sus expectativas truncadas. La aceptación de lo que venga son las cartas que le ha repartido la vida a estas personas que aún viven más ligadas al pasado que al futuro. La gran aspiración de un jinete de rodeo es "estar ocho segundos sin caerse a lomos de un toro o un caballo salvaje". Esa es su definición de éxito y máxima felicidad en la vida y por ello obtendrá dinero y reconocimiento.
La película es una sucesión de escenas de los paisajes inmensos de Dakota del sur perfilándose en el ocaso de los atardeceres al ritmo de música suave y primeros planos de los actores que mezclan silencios con diálogos conmovedores y cortos de palabras.
Frente a la desgracia y la ausencia de alternativas, no faltan la amistad, el cariño, el amor, la solidaridad. El apoyo hasta la muerte si hace falta, sin dramas ni aspavientos pero con respeto, como cuando se sacrifica a un caballo que se lastima irreversiblemente la pata y va a quedar lisiado de por vida. La directora Zhao ha sabido amplificar el eco de esta pequeña historia, llena de personajes recios y mensajes potentes.
Ver "The Rider" con nuestros ojos nos puede llevar a juicios precipitados sobre el sentido de la vida porque no pertenecemos al ambiente donde se desarrolla la historia. Inevitablemente se cae en la tristeza, pero de una reflexión más profunda brilla la bondad y la aceptación tranquila que rodea a Brady. Puede que el futuro no sea el que querríamos pero el pasado no volverá. Lo que importa es lo que hagamos a partir de ahora. Brady deberá buscar un nuevo sentido para su vida.
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