Líbano tiene la mayor parte de su frontera terrestre con Siria y sólo al sur colinda con Israel. Tiene el mayor porcentaje de refugiados per cápita de todo el mundo. Líbano fué denominada suiza de Oriente Próximo por su gran cantidad de coníferas y sobre todo por su importancia como centro financiero de Oriente Próximo, pero las sucesivas guerras del Líbano le han devuelto al caos que impera en la zona.
Caos es una de las acepciones de la palabra Cafarnaúm, título de la película que toma de una bíblica aldea pesquera a orillas del lago Tiberíades (Israel). Debe ser por el caos hoy de Líbano por lo que la directora libanesa titula así esta emotiva película, no porque le trama tenga relación alguna con la localización histórica de Cafarnaúm.
La película fue candidata a los premios de la Academia como Mejor Película Extranjera, y tanto su directora Nadine Labaki como los actores, especialmente el niño actor Zain Al Rafeea por su interpretación, han obtenido numerosas condecoraciones internacionales.
La película es una denuncia de la directora desde la experiencia traumática de un niño en el seno de una familia pobre, relatada con toda la dureza que pueden transmitir la tristeza de las miradas derrotadas, sin ilusión, sin esperanza, donde el sobrevivir se convierte en la razón para vivir. Es una película para ver a través de los ojos.Todavía en Africa y países árabes sufren la tiranía de la falta de opciones para desarrollar una vida digna, mezclada con las ataduras culturales y religiosas que impregnan la vida en sociedad. Aún hoy hay casos de mujeres entregadas en matrimonio justo llegada la pubertad a cambio de dinero, y las familias, por falta de cultura o medios contraceptivos suficientemente extendidos, siguen teniendo más hijos de los que pueden cuidar. Esta es la queja amarga y la denuncia de Zain hacia sus padres. Pero los padres no han concebido otra vida ni otras opciones, ellos mismos sin futuro, pensando que los hijos son la mejor garantía de su cuidado futuro. Algo que afortunadamente ya está cambiando porque las tasas de natalidad están bajando en Africa y Oriente Próximo.
Cafarnaúm también ofrece una mirada al drama de los refugiados y al tráfico de seres humanos, pero de no solo los sirios, sino de otras nacionalidades, que han llegado de forma irregular y que no están documentados. Porque si trágica es la situación de los sirios, su conflicto está reconocido en Naciones Unidades y Líbano recibe una sustanciosa ayuda para su atención, de la misma forma que Turquía recibe fondos de la Unión Europea por evitar que refugiados sirios traspasen la frontera con los países de la UE. Pero no sucede lo mismo con los indocumentados que llegan a países donde no se contempla atención universal, ni siquiera para su propia población.
Porque el principal problema es el "no ser", no tener identidad administrativa, porque te sitúa fuera de los esquemas de protección social, la peor forma de no ser nadie y vivir sin esperanzas, de la más absoluta caridad, precariedad y con riesgo de ser moneda de cambio en el tráfico de personas.
Zain nos interpela con su magnífica interpretación en esta trama realista sobre la debilidad de los niños en circunstancias de países como Líbano y en la injusticia que como sociedad cometemos cuando permitimos que estas situaciones sucedan. Lamentablemente la historia nos dice que no acabarán pronto.
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