"El buen patrón" es la historia de un empresario muy reconocible en España, país de pequeñas y medianas empresas, de negocios que se transmiten de generación en generación, de empresas familiares dominadas por la personalidad de sus dueños y que en ocasiones confunden los límites entre la vida de la empresa con la privacidad y la vida de las personas que la integran.
"Somos una gran familia", es el eslogan que con frecuencia seguimos escuchando aún hoy en día, pero que sí está en el código genético de muchas empresas familiares. Valores como el esfuerzo o la fidelidad son especialmente apreciados, y en la película que nos ocupa se añade el equilibrio, en un guiño oportuno del guionista, ya que la empresa de nuestro buen patrón se dedica a la fabricación de básculas.
Personas que llevan toda la vida trabajando en la misma empresa, con las que los dueños tienen una deuda de gratitud, se contraponen con las nuevas prácticas de hoy en día, donde las empresas han de profesionalizarse, escoger los mejores candidatos para los puestos que además están en frecuente modificación como consecuencia de los cambios tecnológicos y de sus modelos de negocio. Es fácil identificar en Básculas Blanco a la pyme española que tanto empleo crea, pero que resulta tan débil para competir en los mercados actuales, donde importa la escala, la eficiencia, y la profesionalización en general de la gestión.
"El buen patrón" es ciertamente una parodia extremada de la vida en la empresa imaginaria Básculas Blanco, y sin embargo toca buena parte de los ingredientes en la vida de una empresa familiar: la absorbente personalidad del dueño que se considera el padre de la familia, las nuevas generaciones que llegan, incluso la multiculturalidad que trabaja mejor que los trabajadores nativos, la frustración en las personas que generan procesos como los despidos colectivos, las aventuras emocionales en la propia empresa, el desgarro que supone tener que despedir a colaboradores de toda la vida, y la importancia de una vida personal equilibrada so pena de influir negativamente en el trabajo.
Todos estos componentes están divertidamente tejidos y extremados en esta divertida obra del director Fernando León, pero el centro de la película es sin duda la interpretación de Javier Bardem, que sin duda trascenderá como actor por la sola interpretación que realiza del empresario Julio Blanco.
Como toda la trama tiene lugar en solo una semana, literalmente se podría crear una serie partiendo de esta película porque el espectador queda con ganas de más... Y no solo por divertirse, sino por aprender y por ver cómo debería evolucionar las empresas familiares en España.
Por ejemplo, la familia Blanco no tiene hijos y por ello Julio Blanco dice que todas las personas de la empresa son su familia, y que "sus problemas y alegrías son los problemas y alegrías de Julio Blanco." Este tono paternalista seguramente ya ha desaparecido de las PYMEs españolas, donde su gran reto es el alineamiento de incentivos entre trabajadores y la propiedad, el planteamiento de carreras de futuro, la adaptación al mundo digital, la atracción y retención de talento, y por supuesto, una estructura financiera y de propiedad donde el capital se abra a inversores que puedan aportar al futuro de la empresa.
La película saca lo mejor y lo peor de las personas. La obsesión por el equilibrio en Julio Blanco le lleva a presentar su peor cara cuando la situación se desborda y tiene por tanto la trama un tono de violencia en el argumento que es quizá evitable pero que forma parte del escenario parodiado que trata de reflejar el director, y que sin duda engancha de todas formas al espectador. "El buen patrón" presenta entonces su cara más oscura, y corre entonces el riesgo la película de enviar un mensaje que no es acertado ni generalizable sobre los empresarios. Como hay buenas y malas personas trabajadoras, hay buenas y malas personas que son empresarios.
La empresa Básculas Blanco pone claramente encima de la mesa la cuestión de la sucesión, aunque no se trata en esta trama de una semana. Básculas Blanco posiblemente desaparezca o sea adquirida por un fondo de capital riesgo, porque la empresa no tiene un plan de sucesión generacional de Julio Blanco.
Por supuesto, hay empresas familiares, incluyendo España, donde la propia familia se ha profesionalizado, con planes de sucesión y de formación claros de las nuevas generaciones, pero ello ha de combinarse con la contratación de profesionales ajenos a la familia.
Porque se pasa un rato divertido, porque la película está magníficamente producida e interpretada, y porque aporta muchas reflexiones de utilidad, "El buen patrón" es una película que hay que ver. Y repito, porque Bardem entra tanto en el personaje de Julio que deja de ser actor. Mi más sincera enhorabuena por su enorme interpretación.
"El buen patrón" se ha presentado en el Festival de Cine de San Sebastián y es una firme candidata al Oscar como mejor película española y Javier Bardem al premio al mejor actor.
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