sábado, 7 de mayo de 2022

Alcarrás

 

"Alcarrás" es un pequeño pueblo de la provincia de Lleida (Lérida) y es el nombre de la película de la directora Carla Simón, ganador del Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín (Bienale). 

Alcarrás define bien la película porque su campo y la vida en el pueblo definen la trama de esta historia anónima de personas normales que ven como cambia su modo de vida como consecuencia de lo que se llama progreso y de las dificultades para vivir del campo en las pequeñas explotaciones familiares en España.

La trama de la película es tan plana que las casi dos horas de película se hacen algo largas, pero encuentran compensación al final, porque la cotidianeidad y los roces de la vida en familia te hacen introducirte en la historia sin que tengan  que ocurrir hechos excepcionales. Alcarrás dice más lo que cuenta, Esperando un desenlace en cualquier momento, se admite entonces que su trama es el devenir de la vida y del cambio, y que cómo afrontarlo. 

Alcarrás se realiza con actores anónimos, desconocidos, seleccionados en un casting en la zona. Personas que quizá no vuelvan nunca a la pantalla. Personas que interpretan su vida, no la vida de otros. Ello acerca la película al espectador. 

En la trama de Alcarrás pasa mucho aunque parece que no pasa nada. Habla de los derechos de propiedad y de cómo los apretones de manos ya no valen frente a los contratos, de esas generaciones que tienen una edad en la que cambiar de trabajo ya no es fácil, siendo el principal obstáculo la actitud frente al cambio, o el amor a lo que siempre hemos hecho. Esto sucede mucho en la vida en el campo, donde la comunicación con la naturaleza y con el silencio es especial.

Alcarrás es una película sobre las distintas generaciones ante el cambio. Los más mayores, atribulados y silenciosos, pero conscientes y contenidos. La siguiente generación, que lo sufre, lo vive y tiene que cambiar. Los hijos, que tienen la vida por delante, pero no siempre tienen la oportunidad, o el entorno familiar, para ver otras opciones que no sean seguir lo que hicieron sus padres. Aunque ya no puedan seguirlo haciendo. 

En Alcarrás se pone de manifiesto el problema de los pequeños agricultores. Aunque organizados en cooperativas, sus costes son superiores a los precios que reciben de los intermediarios y las grandes superficies. Y esto lo estamos viendo en la subida de precios de los combustibles, o de productos fitosanitarios. Alcarrás no es una película política, pero sí es reivindicativa, y apunta a los grandes intermediarios que cargan toda la subida de precios de los productos del campo a los supermercados mientras los agricultores no ven subir los precios a los que venden en la medida en que suben sus costes. 

De otra parte, la sustitución del campo productivo en España por otros negocios como la instalación de parques solares, incrementando nuestra dependencia de alimentos de terceros países. Ya tenemos en esa dependencia en fertilizantes, que importamos sobre todo de China y de países que tienen regulaciones que aún permiten la contaminación de las fábricas. Europa quiere ser tan verde y tan limpia que ya no lo toleramos fábricas contaminantes, aunque farisaicamente se permite importar fertilizantes de países que siguen contaminando en los suelos de origen. Nuestro recuadro de suelo en el planeta no contamina, pero nos importa menos que sí suceda a 10.000 km.



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