Seguramente Elvis es más conocido por sus logros (el rey del rock and roll) que por su interesante biografía, la forja de una leyenda que aún sigue viva. Por ello, ver esta película de Baz Luhrmann es una buena opción para recordar al mito Elvis, todavía vivo para la generación de los cincuenta y sesenta, y aún flota en las nuevas generaciones pese a la marea del tiempo.
Elvis fue un transgresor, rompió moldes y costumbres en la música-espectáculo con sus ritmos, mezcla de country y blues, con el contoneo erótico e impredecible de sus caderas, sus espasmos y su conexión con un público femenino no habituado a la electrizante y poco ambigua comunicación corporal durante sus performances.
Para conseguirlo, Elvis recurrió a una autenticidad innegociable. Parecía como si físicamente estuviera impedido para cantar y actuar de forma convencional, ni siquiera para aceptar cambios graduales que sus managers le demandaban para romper menos con las buenas formas de la clasista sociedad de entonces.
Elvis fue uno de los tempranos ejemplos de espectáculo global. Su música no tenía fronteras. Sus bailes dieron pie a nuevas maneras de expresión, mezclando ritmos afroamericanos con melodías tradicionales country. Los Beatles, más convencionales, y los Rolling Stones, acompañaban en ese camino de rock y pop a las que muchas otras bandas se incorporaron en los momentos de cambio que significaron los años sesenta y setenta.
Pero Elvis es el solista que más discos ha vendido en la historia, y de la mano de su manager durante casi toda su vida artística, el "coronel" Tom Parker, realizó el primer concierto retransmitido en directo a nivel mundial con 1600 millones de espectadores. Elvis plantó la semilla de estrellas subversoras como Freddie Mercury o Elton John, entre otros.
La película se desarrolla desde la relación y desde la retransmisión de la palabra de su manager, interpretado por un transformado Tom Hanks, un águila de los negocios que supo ver el potencial de Elvis, sorprenderse como cualquier otro, y aceptar que su ola no había que pararla, sino que había que cabalgarla.
Elvis Presley está magníficamente interpretado en la película por Austin Butler, con el recurso, al final, de interpretación directa del Elvis original.
Elvis murió en 1977 de infarto de miocardio en su mansión, tras varios años de vida excesiva, con cierta obesidad y sostenido por pastillas y medicación para mantener el ritmo de performance que sus actuaciones exigían de un cuerpo y una mente donde el paso del tiempo y los excesos van haciendo mella. A veces, una vida intensa no puede ser una vida larga, y, sin embargo, esa vida corta, o los cambios que produjo, es recordada a lo largo de generaciones.
No es una película corta, casi dos horas y cuarenta minutos, pero no se hace una película larga, llena de canciones y de viveza en la interpretación de los dos principales protagonistas.
Aquí están las 36 canciones que se interpretan en la película, algunas con la voz original de Elvis, otras con la propia voz de Austin Butler o con adaptaciones del compositor Elliot Wheeler en las voces de varios intérpretes famosos.
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