sábado, 13 de septiembre de 2025

13 días, 13 noches

Aquí llega una superproducción político-bélica que nos recuerda que la capacidad de hacer este gran cine no está sólo al alcance del país de las barras y las estrellas. 

El director Martin Bouboulon y el actor también francés Roschdy Zem consiguen hacer de esta cinta un testimonio gráfico palpitante de la tensión producto del abandono sin planificación por Estados Unidos de Afganistán, en este caso centrado en la evacuación de la misión francesa, la última en dejar el país que ocuparán los talibanes, en el poder en agosto de 2021. 

Es una cinta de tensión más que de acción, sin faltarle esta última, y ello contribuye a su diferenciación con otras películas menores de guerra. La película engancha de principio a fin. Basada en la novela testimonial del comandante de la policía nacional francesa y responsable de la seguridad de la embajada en Kabul Mohamed Bida, éste se convierte en el centro de la película por su ejercicio como héroe contemporáneo, por su elección entre las órdenes recibidas y el deber moral y su experiencia. Al final, cada persona convive más tiempo con la propia conciencia que con ninguna otra persona en la vida. 

La película plantea debates sobre justicia, la solidaridad o el abandono, y a ellos no son ajenos las interpretaciones de la traductora (la franco-argelina Lyna Khoudri), hay que comprender la valentía de una mujer mediando entre talibanes y un francés, con los ojos bajados; o de la periodista (la danesa Sidse Babett Knudsen), que se debate entre la retransmisión fiel de lo que ve y la protección de los que ayuda a huir. La película fuerza las costuras de la condición humana como suele suceder en las guerras. De nuestro comportamiento en ellas (más que desde el sillón) emerge nuestra auténtica forma de ser humanos.  Somos porque hacemos.



Es una producción francesa, y una buena forma de crear orgullo de identidad para un  país como Francia, siempre propositivo en la escena internacional a través de su potente cultura y diplomacia. Pero en un trasfondo donde “13 días, 13 noches” no es sino la consecuencia de decisiones que se toman en Washington, no en Bruselas ni en las capitales europeas. La imagen de Estados Unidos sobrevuela en la película, al final es el país la que pone los muertos en la acción. Los costes de las misiones en el exterior, en vidas, políticos y económicos ayudan a entender el retraimiento de las tradicionales democracias a intervenir en distintos polvorines en el mundo.

Es por tanto una buena película para verla en el gran contexto histórico, para entender la acción de Francia (quizá no tan distinta o más heroica de la que pudieron tener otros países), pero sobre todo, para entender que los seres humanos individuales somos capaces de escribir las historias que importan, y sobre todo, el comandante Mohamed Bida con su plan de evacuación en la vida real. El director Martin Bouboulon con la dirección de la película, y Roschdy Zem con su interpretación del papel heroico comandante francés, para que no olvidemos tan pronto eventos recientes sepultados por nuevos conflictos que se extienden por el mundo. 





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