Hay veces en que vamos al cine y elegimos una película casi por casualidad. Otras veces se hace con intención, porque hemos leído o escuchado la crítica, por el director o por los intérpretes.
"As Bestas" (Las Bestias en gallego) pertenece al género de películas que hay que ir a ver, porque no es solo una obra de arte, sino que tiene un trasfondo real que apunta a muchos de los dramas que hoy vive el mundo rural. La película, dirigida por Rodrigo Sorogoyen y guionizada por él mismo e Isabel Peña, tiene todos los atributos para ser una película que hará historia.
As Bestas tiene un fuerte simbolismo, crudo y descarnado, que impregna todo el desarrollo de la película, donde se intercalan silencios rellenados de imágenes y tomas sugerentes con diálogos llenos de compasión, amor y violencia, que escenifican el conflicto de la vida en una pequeña aldea gallega (aunque en realidad se trata de Barjas, en el Bierzo leonés, en el límite entre Castilla y León y Galicia) entre una pareja francesa y dos hermanos de la aldea, en torno a la venta de sus tierras a una compañía energética.
La trama se basa en hechos reales acontecidos en 2010 en Santoalla, donde un holandés fue muerto por sus vecinos por esta razón, aunque poca gente lo recuerda, salvo quizá los vecinos. Sorogoyen tiene la perspicacia de rescatarlos de la hemeroteca en un momento de alta sensibilidad en el conflicto entre la España vaciada y sin perspectivas y esa otra España que crece en las ciudades de aluvión como Madrid o Barcelona. Hay muchos pequeños pueblos en España donde sólo los que viven allí saben lo que ha pasado.
No son pocas las veces que la falta de perspectivas de futuro, al propio aburrimiento y la incultura alimenten la parte más animal de los sentimientos humanos y ello lo retrata de forma magistral la interpretación de los hermanos aldeanos en "As Bestas". Este sentimiento se retrata muy bien en el libro "La España vacía" de Sergio del Molino.
La película también extrae reflexiones sobre derechos y localismos. No es fácil responder a de quién es la tierra, si de su propietario legal, y, por tanto, puede hacer lo que quiera, o si de aquellos que llevan más tiempo con la tierra, y que ven la venta colectiva como una ruta de escape de vidas, a veces miserables, que seguramente mejorarán menos de lo que se piensa fuera de este entorno. ¿Como llegar a acuerdos entre vecinos cuando los objetivos de cada uno son diferentes y a veces irreconciliables? La película presenta un horizonte de desesperanza que puede detectarse en muchos lugares de España ante el maná de las energías renovables.
El debate sobre el modelo de subsistencia de lugares remotos, idílicos desde una perspectiva paisajística y custodios de tradiciones y costumbres, en una época donde las energías renovables se ofrecen como solución, representa para muchos una reconversión (que también escenificó la película "Alcarrás") casi mayor que de la minería en la región leonesa y asturiana.
El amor también tiene su parte en "As Bestas", porque solo desde el amor y la búsqueda de la justicia, a costa de la incomprensión y de la soledad, puede entenderse la lucha por esclarecer el crimen de la parte central de la película. Aunque "As Bestas" tiene una duración larga, no se percibe en absoluto cuando se termina de ver, porque todos los detalles y lentitud tiene su sitio para hacer que el espectador la vea desde dentro con el corazón encogido.
En suma, "As Bestas" es difícilmente perfeccionable, por el guión, la dirección, la interpretación y la escenografía que se alían para convertirla en una obra maestra con fuerte alcance social.
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